viernes, 7 de marzo de 2014

NO HAY MÁS INVIERNO QUE LA SOLEDAD






Otro día duro de un invierno inclemente
aterriza en las sombras de los árboles dormidos
acariciando con su frío las ramas más altas
de la soledad acurrucada en su copa.

El duro invierno es la soledad,
la negación absoluta del espíritu,
del vigor, el aliento, la energía,
desparramados tras una cortina corrida.

Otro día inclemente de un invierno duro
aparcado en la danza del diamante
con una voz ronca que delimita
mi impasible continencia.

Corro la cortina y un haz de luz ilumina la estancia
ya no hay sombras en los árboles
y brotes verdes dibujan su contorno
destapando la esperanza de una nueva vida.

Se acerca la primavera, es evidente,
y esa evidencia recorre con sus quejidos armónicos
una soledad  compartida con estampas
de este último invierno, ahora esplendoroso.

N_o_ _h_a_y_ _m_ás_ _i_n_v_i_e_r_n_o_ _q_u_e_ _l_a_ _s_o_l_e_d_a_d_ _

PEDRO SALINAS

jueves, 6 de marzo de 2014

MÁS ALLÁ DE TU SONRISA


Pocas cosas me esperan más allá de tu sonrisa
en este frío invierno que no termina de pasar.

Espesa tristeza tempestuosa y gris
que se percibe lentamente, a mi pesar,
y que desgarra todos mis sentidos
bajo la ya perdida sombra de tu protección.

Suena la voz rasgada que canta melancolía
mientras sueño que todo sigue igual
-como si nada hubiera pasado-
en este invierno  que persiste impasible.

Y no deja de sonar “todo el rato” la melodía
que habla intrigante del verano,
ese estío añorado que nunca volverá,
de igual manera que tu recuerdo ya marchito.

El terror al invierno recorre mi cuerpo
en la espera meditada de mejores momentos
ensayando  morir a cada instante
con la negada tregua de tu  compañía.

Pocas cosas me esperan más allá de tu sonrisa

en este frío invierno que no se acaba nunca.

viernes, 25 de enero de 2013

EMOCIONES PERDIDAS


Ahondar en emociones ya perdidas
y encontrar espacios imprescindibles
que hacen anhelar  tiempos  pasados.

Incertidumbres entonces,
realidades ahora,
evocaciones mañana.

El tiempo pasa sin divagaciones
o, seguramente, bailando en ellas
melodías imprescindibles de la existencia.

Sentir divergentes situaciones,
anhelar las distintas estaciones,
recordar el pasado ahora ralentizado.

Ahondar en emociones distorsionadas
encubiertas de pequeños sueños irrepetibles
que solo compartimos con nosotros mismos.

sábado, 14 de julio de 2012

NOCHE TRAS NOCHE



 Noche tras día es noche,

de nuevo  noche tras atrevido día,

sin rastro de luz en esa oscuridad

sin estrellas ni  sensaciones maduradas.

Luna, julio, noche.

 

Figuras difusas se desplazan

huyendo de la noche

para guarecerse al abrigo

de unos sueños placenteros

en la noche sin estrellas

y pasiones extraviadas.

 

Noche  de  luna agazapada

y  olas contundentes

que destapan susurros inconclusos

en el sueño escondido de anhelos,

impacientes y repetidos,

imperturbables y resignados.

 

Noche de noche sin día

ya transcurrido y abotargado.

Noche de noche sin día

tras la luna agazapada

y en una ola su reflejo atrapado.

 

 

 

 

 

jueves, 17 de mayo de 2012

LA ACIDEZ DE LA DESPEDIDA


 Diviso, al amanecer, con el sol refugiado todavía,

la silueta del Moncayo y debajo una bruma sorprendida.

Emigraron las constelaciones que nos cortejaron anoche

mientras el río seguía su cauce por cárdenas roquedas

trazando, antes de llegar a Soria, una curva de ballesta.


Santa Ana y Cebollera enfrentándose por siempre.

Planicie hacía Aragón, cerro celtíbero de Numancia.

Ya de día, presa del tiempo que corre en contra,

cuando la noche es recuerdo imborrable todavía,

se reconoce el paisaje en la claridad arribada.


Se apagó en el río el reflejo argenta de la luna

y desapareció la magia que descubrió las estrellas

mirando hacía nuestra oscuridad escondida.

Retazos de horas que pasaron como va pasando la vida,

sin apenas darnos cuenta que vamos muriendo en ella.


Claridad que es desazón ante la realidad

que traerá la ultima noche, tan cerca del cielo,

para disfrutar la pasión, siempre desmedida,

que distrae la amargura de otra triste despedida.

sábado, 24 de marzo de 2012

NEVAR A LA PRIMAVERA


Malgrat haver tocat la neu,
amb la floració gairebé consumida,
l'hivern desapareix.

És l'hora de la revisió,
del desgast esquinçador
en el temps caducat.

Com el sabor de l'amor
que encadena etapes
en el lliurament justificat.

Hivern, període testimonial
d'enfilades tempestes
que fan transpirar els dies.

Dies esvalotats com la vida
com l'amor desconsolat
i tornat a alleujar.

Trajectes inquiets
que ens retorna la primavera
en la vida i en l'amor també.

------------------------------------------

NEVAR EN PRIMAVERA


A pesar de haber tocado la nieve,
con la floración casi consumida,
el invierno desaparece.

Es la hora de la revisión,
del desgaste desgarrador
en el tiempo caducado.

Como el sabor del amor
que encadena etapas
en la entrega justificada.

Invierno, periodo testimonial
de engarzadas tormentas
que hacen transpirar los días.

Días alborotados como la vida
como el amor desconsolado
y vuelto a aliviar.

Trayectos inquietos
que nos devuelve la primavera
en la vida y en el amor también.

viernes, 17 de febrero de 2012

VEINTICINCO GRADOS




Silencio obligado con ella a mi lado
conduciendo por las calles vacías
de una ciudad sencilla e indiferente.
Silencio obligado junto a ella
sentada a mi lado con un abrigo negro
y la vista clavada en el oscuro horizonte.
Música aliviada para calmar ese silencio obligado
mirando de reojo su perfil sin que lo advierta.

De regreso, el frío se afianza más
y me da su mano un rato, el justo.
Entramos en la habitación, nuestro hogar provisional,
sintiéndose intacto el habitual desorden.
Restos de Caro Dorum; dos copas con gotas de vino;
un Mac entreabierto; sabanas apelotonadas;
una colcha en una mesilla de noche;
ropa sucia en el suelo; un cenicero con colillas;
una chaqueta de ochos gruesa, con capucha,
que se ha puesto alguna noche, tapándose,
por suerte, sólo hasta el ombligo,
dejando el resto de su cuerpo al descubierto;
una maleta cerrada; la cortina tapando una lámpara…

Y, luego, una vista espectacular al río,
con dos puentes iluminados
y algunos árboles, sin hojas,
que se mueven al compás del extraño viento.
Ese duro viento mesetario de invierno
que ataca desde el blanco Moncayo.

El río helado y un comentario relacionado con saunas.

Ahora, sólo queda esperarte en una cama vacía
hasta que llegues fogosa como siempre;
encender la luz de la lámpara escondida;
llenar nuestras copas de nuevo
y comenzar otra batalla con horario establecido
ya consensuado entre ambos.
Cuesta dar por finalizado el asalto,
las heridas se abren y el tiempo se acaba.
Cerramos los ojos, dormimos,
y, todavía de noche, con el estrecho valle abajo,
nuestros cuerpos se despiden con lágrimas y abrazos.

Veinticinco grados en el interior.
Silencio obligado con ella a mi lado.
Le miro de reojo...