miércoles, 27 de julio de 2011

MARIELE

No quiero tanta  ausencia, tanta soledad indispuesta.
Añoro el ardor de los instantes compartidos
en esa lucha constante  que es el recuerdo silencioso. 

Evoco los besos salados de cantábricos mares,
tu cuerpo blanco derramado en sábanas revueltas,
el abandono prematuro de la luz nocturna.

Sueño tu cuerpo y no logro abrazarlo.
Se escabulle por recovecos inoportunos
cuando intento con mis brazos atraparlo.

Logro retener los confines de tu organismo
sin poder  apreciar  el tacto de tu piel
suave, sensible, delicada, entrañable.

Más que nunca necesito tu presencia
bajo la perspectiva vital
de ese amor inevitablemente contenido.

miércoles, 20 de julio de 2011

REFUGIO

REFUGIO 


Gafas de sol, vestido violeta,
espacios derramados,
…tiempo de espera.
Retención desmesurada,
colocas tu pelo
y enciendes una vela.

Embarazo distendido,
frágil conclusión
de despecho retenido.
Siluetas ante el paisaje verde,
Alguien te mece
con sus manos en tu vientre.

Aroma de tu piel
en un cuerpo equivocado
que aparece siempre fiel.
Te duchas y te perfumas
en la espera inacabable
que se rompe con tu voz.

Inquebrantable en tu figura
un haz de luz azul
mientras subes la escalera.
Permaneces relajado
en la compañía extraviada
de su disoluta presencia.


Labios sellados,
besos en la oscuridad,
ausencia insolente.
Otro cuerpo te desea.
Apreciable situación
de placidez engañosa.


 
















martes, 5 de julio de 2011

UNA GAVIOTA SE DESLIZA EN EL AIRE

Una gaviota se desliza en el aire,
e s p l é n d i d a,
y aparece otra
que desciende hacía el mar.

Quito la radio.
Un tipo hace referencia a su música.
Es andaluz y apuesta por lo que había antes.
Debe ser importante, ha estado en Unites States.

Pongo algo personal,
música más adecuada al momento,
de gaviotas regresando
y olas desatinadas.

Compruebo que el viento es favorable
y salgo al exterior
no acabo de adaptarme
hace pocas horas que llegué.

Nada es extraño
y, sin embargo,
todo sucede apresurado,
sin tregua.

Estoy sin estar
y me dedico a observar
paisajes esperados
pero extraños esta vez.

La nueva música,
ahora elegida por mí,
me aproxima a la realidad
esperando sintonizar.

Habla de sonidos
poco estridentes, justos,
en sintonía con mi estado.
Suena el mar y suena un violín.

Apuro mi vinho balsámico
deleitándome con la luz
del atardecer mediterráneo
que, una vez más, evoca tu ausencia.