Quisiera, por una rendija entreabierta, vigilar tus sueños.
Penetrar en las intimidades que guardas encerradas
y aprovecharme de ellas para venerarte mejor,
para devolverte un poco del amor que tú me das.
Quisiera, desde una nube que atraviesa sutilmente tu estancia,
disfrutar del murmullo sigiloso de tu respiración
y atraerte, sin que lo percibas siquiera,
a un abrazo cariñoso e inextinguible.
Quisiera profundizar tu inagotable cuerpo
para amortiguar sentimientos dilatados,
deseados, confundidos, insatisfechos
y susurrarte al oído un te quiero inagotable.
Quisiera escuchar la sintonía accesible de tu corazón
para acompañar con movimientos cautelosos
designios inabordables hasta ese preciso momento.
Y, susurrarte, de nuevo, tiernas palabras desconocidas.
domingo, 19 de diciembre de 2010
sábado, 4 de diciembre de 2010
UNA LUZ FULGURANTE
Escaparé de la nieve que cubre las aceras.
Buscaré una luz fulgurante, un espacio perfecto.
Escaparé de la condena perpetua, de los anhelos imposibles.
Examinaré aquellos colores que dejé y no son lejanos.
Tengo una oportunidad y no desistiré.
Puedo ir a cualquier lugar pero escudriñaré, una vez más,
esa luz luminosa e intensa que me hace ver las cosas
con un talante más optimista,
a la manera impetuosa del resplandor que cerca
los sueños hermosos.
Buscaré una luz fulgurante, un espacio perfecto.
Escaparé de la condena perpetua, de los anhelos imposibles.
Examinaré aquellos colores que dejé y no son lejanos.
Tengo una oportunidad y no desistiré.
Puedo ir a cualquier lugar pero escudriñaré, una vez más,
esa luz luminosa e intensa que me hace ver las cosas
con un talante más optimista,
a la manera impetuosa del resplandor que cerca
los sueños hermosos.
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