-Mi sueño se repite una y otra vez. Siempre discurre en la casita (y aledaños) de mis abuelos, ya fallecidos. Allí pasé mis años más felices y, ciertamente, añoro aquellos momentos con mis seres queridos que ya no están-
A MI ABUELA CARMEN CORTÉS, luchadora infatigable.
Atados a una columna interminable,
que no tiene principio ni fin,
nebulosos sueños intransferibles,
reales, ambiguos, placenteros,
aparecen sin pedir permiso a la nostalgia.
Atrapados por la incertidumbre de la noche,
paraiso intratable de la realidad.
Nadie ha llamado a su puerta inexistente,
interrogadora de emociones,
e irrazonablemente, sin malicia,
con esperada pasión
y cierta incertidumbre,
despeja los soliloquios del placer,
transitorio y febril,
noctámbulo, aletargado,
fiel a las realidades.
El alma es infatigable.
Rememora como nadie la nostalgia
de una presencia entrañable,
auténtica, amordazada y ficticia.
Si es que puede ser irreal
el sueño de lo que permanece
y es fiel a lo que fue y nunca volverá.
2 comentarios:
Felicidades, poeta.
Yo escucharía atentamente lo que dice el sueño.
Only, sabes que siempre agradezco tus consejos. Saludos.
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