La luna aparece en el vértice de la realidad.
Menguante, decadente, debilitada.
La luz resplandece a lo lejos desafiando su esencia.
La noche, irreversiblemente, se apodera de la ciudad.
Con ella llega el sosiego tan ansiado,
la tranquilidad transitoria, la nostalgia desgajada.
Apago la luz y miro su silueta, tan bella esta noche.
Un halo misterioso, y con tonalidad azul, envuelve su retiro.
Con el paso del tiempo sigue atajando caminos,
desvirtuando amaneceres por llegar,
atardeceres perecederos, fugaces y luminosos.
Esconderse es su destino a punto de alcanzarse.
Siempre está ocultándose y volviendo a aparecer,
desintegrando colores pasajeros y estancias voluminosas.
Tratando de adivinar una nueva reverberación
paso otra noche más, otra realidad pasajera y acuciante.
1 comentario:
Hola,
Recuerdo haberte dicho en alguna ocasión que no soy muy fanático de la poesía pero lo que tú escribes es muy hermoso, me llena de una sensación como de que la vida es mágica y estoy empezando a creer que en realidad así es.
Este poema me ha hecho sentir así, te lo agradezco.
Saludos,
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