miércoles, 7 de noviembre de 2007

MARSELLESA

Las mañanas ocupada con cartas que algún día llegarán a su destino.
Durante las tardes peina las espumosas ondulaciones del majestuoso mar.
En la noche su piel adquiere una delicada tersura,
es entonces cuando desaparece en la oscuridad tormentosa de mi soledad,
refugiándose en el diáfano discurso de un sonido que llega de lejos
y pronto desaparece
sin dar sentido a la contagiosa armonía de su sonrisa.

No hay comentarios: