Tinieblas acompañan mi viaje por un mundo asfixiante.
Extraños protagonistas aparecen en el horizonte,
pululan distraídos por las ancestrales veredas,
otros seres aparecen y desaparecen disfrados de elocuencia.
Me paro a descansar de esta tortura
y ante mí aparece el vértigo de la compañía,
desenfundo palabras y las acepta sin tregua,
compartimos camino soltando amarras,
conversamos sin ataduras, sin máscaras.
Disfrutamos de nuestra soledad compartida,
visitamos escenarios culturales de perfección,
seguimos hablando sin interrumpirnos
y luego llega lo terrible:
nos despedimos abrazados en la lúgubre
y pertinaz escena de un vagón aborrajado.
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