Me encontré solo en una ciudad desconocidamente habitable,
desnudé la esencia de sus solitarias calles,
te busqué desesperadamente sin encontrarte,
me desvanecí en una aturdida recepción,
desperté en tus brazos, sentí tu presencia,
ahogué mis delirios,
espantaste mis prejuicios, me saludó tu sonrisa cercana.
Abracé tu querida arrogancia,
paseamos por tristes avenidas,
te besé con pasión desaforada,
aunque nunca encontré tu solidaria pasión,
tu incombustible llama de amor desaparecida.